Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.
GARCIA LORCA
Sin descorrer
completamente los párpados
brota del abisal escondite de mutismo
pecosa,
borracha, loca,
una nueva carga de silencio
que abate las máscaras del desayuno.
Nos mantiene bocas selladas,
arqueados
fieles a la piedra. Magullándonos.
Sin más eco intimo
que lágrimas de luna muda
filtrándose, por las celosías de noche.
Las almohadas,
el muro.
Como una muerte.
Nuestra tortura.
DANIEL O. REQUELME
Como una muerte.
Nuestra tortura.
DANIEL O. REQUELME
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